En el país del pisco… Catando Nuestro Patrimonio Cultural (1613-2015).

En este concurso como en los dos últimos, para las mesas de cata se designa a un presidente de mesa y se mezclan catadores oficiales con los aspirantes. A estos últimos no se les valida el puntaje, solo los oficiales son los encargados. Esta medida ayuda mucho pues permite una correlación entre catadores principiantes y oficiales donde se crea un aprendizaje, ya que entre ellos hay Productores, Ingenieros, Enólogos, Administradores, Maestros Destiladores, Chefs, Sommelieres, Comunicadores, Abogados, Veterinarios, etc, lo que enriquece la cata, permite intercambiar opiniones y mejorar la evaluación. Entre cata y cata siempre hay un descanso para discutir sobre la última muestra, es importante indicar que son catas ciegas por lo tanto nosotros nos guiamos por un código y la variedad de Pisco que estamos catando. En mi mesa estuvimos catadores oficiales de Tacna, Ica y Lima, los aspirantes eran de Tacna y de Lima. En concursos anteriores se separaban los catadores oficiales de los aspirantes; esto como lo hemos explicado no ayudaba, creando innecesarias diferencias mientras ahora todos aprendemos de todos. La cata es práctica, el catador no nace se hace; es como un piloto de avión mientras más horas de vuelo mejor. Además, el hecho de contar en cada mesa con diferentes catadores nos da resultados más justos. Para evitar que uno reconozca los piscos de su región los productores catadores tienen que firmar según el reglamento del concurso, una declaración jurada indicando cuales son los piscos que han presentado, de manera que el director de cata a la hora de sortear las mesas, no permite que estos catadores evalúen sus propias muestras.